Daniel Gonzalez

DANIEL GONZALEZ: DEPORTISTA DE NACIMIENTO


Daniel González ha sido deportista toda su vida. Primero practicó atletismo y hoy dedica la mayor parte de su tiempo libre a andar en bicicleta. A los 45 años y con una rebelde lesión en el supraespinoso –pequeño músculo que se encuentra en los hombros- descubrió que la alimentación era clave si quería seguir practicando deporte de alto rendimiento.

Empresario dedicado a las asesorías financieras al rubro del retail, conjuga los negocios con el deporte. Hace años tomó la decisión de dedicarle varias horas al día al ejercicio. Su objetivo no es bajar de peso, muy por el contrario. Quiere mantener su masa muscular en un ejercicio tan demandante y desgastante como el ciclismo.

Los ciclistas se caracterizan por tener cuerpos muy delgados. Es un excelente ejercicio sin carga, es decir, que el cuerpo no soporta su propio peso. Dependiendo de la velocidad, se queman entre 300 y 400 calorías cada media hora. Un ejercicio aeróbico que fortalece los muslos y las pantorrillas.

Estar delgado es el sueño de todos. Sin embargo, para Daniel ese excesivo consumo de energías le estaba debilitando el cuerpo y provocando molestas lesiones. La fatiga significaba un desgaste de su masa muscular, problema que pasado los 40 años puede tener graves consecuencias.

A través del consejo de un amigo llegó al Centro Dyet y comenzó a seguir un tratamiento con la nutricionista Katherine Larraguibel. Especialista experta en nutrición y genética, el objetivo es preparar y fortalecer su organismo mediante una alimentación acorde a un plan nutricional personalizado según sus requerimientos nutricionales.

En marzo llegó pesando 72.7 kilogramos y con un porcentaje de grasa de 19.6%. Siete meses después pesa 71.1 kilogramos y tiene un porcentaje de grasa de 14.8%. Para Daniel la claves del éxito en su tratamiento es la disciplina, la constancia y “entregarse en las manos de una profesional que sabe exactamente lo que está haciendo�.

Sigue al pie de la letra su plan nutricional. Regula su alimentación entre días de entrenamiento y no entrenamiento. “Jamás me salto una comida, sé que si lo hago al otro día mi cuerpo se resiente�. Eliminó de su dieta mantequillas, quesos y embutidos. El único “gusto� que se permite es una copa de vino al día.

Sus lesiones han mejorado casi el ciento por ciento. Día por medio sube en bicicleta el camino a farellones, casi tres horas de recorrido que lo hacen sentir tan joven y fuerte como si tuviera 20 años menos. Los otros días entrena en el gimnasio con peso para seguir fortaleciendo su masa muscular.

Para él la alimentación es un factor fundamental en su vida, a la cual por muchos años no le dio importancia y hoy está pagando las consecuencias. Este proceso de reaprender a comer lo ve como un “método vivo, de ensayo y error que nunca terminará de conocerâ€�. Reconoce que hay cosas que puede dejar de hacer, pero lo que no cancelará nunca es su cita con la nutricionista la cual siempre es el mismo día y a la misma hora. Una vez al mes.